Sobre las máscaras
Hoy me he puesto a pensar en las máscaras. En esas que usamos todos los días. En las que nos ponemos sin pensarlo mucho: la del trabajo, la de la familia, la de los amigos, la de conquistar. En la máscara auténtica, que se supone no tenemos porque somos transparentes. En la que usamos cuando conocemos a los suegros. Entre esos pensamientos de hoy se me cuela uno que lleva rondando hace mucho tiempo, y es el de las máscaras que nos ponemos pero pesan tanto, porque nos quedan muy grandes o muy pequeñas. Porque no son nuestras. O porque ya hemos crecido lo suficiente para seguirlas usando. Y sobre todo en las que, por fin, dejamos que se rompan y nos dejan ver un pedacito de esa verdad, nos dejan respirar y sentirnos tan a gusto con eso que somos, con nuestras manías y nuestras peculiaridades. ¿Para qué necesitamos construir tanto blindaje entre nosotros y los otros? ¿Entre nosotros y el espejo? ¿Será que cuando podemos ver eso que tanto escondemos, nos asusta su verdad, su clari...