Sobre el equipaje
Ahora que estoy de viaje, en mis largas horas de buses he pensado en todas las cosas que hubiera querido cargar, en todo lo que desearía llevar a casa. Y la verdad, aunque pudiera, no habría manera de llevarlo todo. Las fotos y los recuerdos no alcanzan, porque no puedo cargar los atardeceres y amaneceres, la sensación de encontrarme con una calle inesperada, un animal inesperado, la sonrisa de alguien en el momento justo, los besos, los abrazos, las miradas. Toda la magia ocurre en un instánte, y todo lo que vale la pena conservar es inasible: nuestra fe, nuestro amor, nuestra verdad y nuestras dudas. Es como el aire: un constante devenir que tomamos y soltamos para mantenernos vivos. En nuestro afán de perpetuar y compartir tanta experiencia creamos, tratando de traducir y congelar la vida que nos pasa entre los dedos y nos despeina, y nos deja un tanto confundidos preguntandonos cómo, por qué. Eso es hasta ahora lo que me ha dejado el viaje: la sensación de que todo lo que vale l...