Sobre creer

Hace unos días me hicieron una pregunta en un banco: ¿Crees en Dios? Fue curioso, porque los bancos no son un lugar muy espiritual, pero si es una pregunta recurrente. Y es que no creer en dios no significa que no crea en nada. De hecho, creo que el mismo hecho de existir entre tanta incoherencia es un acto de fe.
Y aprovechando que mi bicicleta me da el espacio para pensar justamente en eso, me atrevo hoy a poner por escrito mi credo para andar por la vida:

- Creo en la tenacidad de la vida, en su insistencia por continuar más allá de la lógica y de las condiciones más adversas.Y esto hace que siempre encuentre la manera de resolverse.

- Creo en la magia de las cosas sencillas: en las gotas que caen sobre las hojas del césped, la luz del sol entrando por la ventana, el olor del café recién hecho, los sonidos que en medio del caos nos devuelven a lugares que parecen ya perdidos.

- Creo en la posibilidad que reside en cada acción, en cada intento. En que es posible empezar de nuevo todos los días, y en que cada uno es responsable de su vida y lo que hace con ella.

- Creo en la bondad de las personas. En que no alcanzamos a ver toda esa luz que reside en nosotros, simplemente porque hay demasiado pasando y no nos tomamos el tiempo para encontrarla.

- Creo en el amor, esa fuerza invisible e invencible que puede estremecer al mundo con solo rozar el pétalo de una flor.

- Creo en nuestra vida como el hilo de un gran tejido que no alcanzamos a ver, pero que nos contiene. En que no somos más o menos importantes, pero sí afectamos a todos si halamos o soltamos sin detenernos a pensar en el de al lado.

- Y, sobre todo, creo que todos merecemos un lugar dónde podamos estar y ser felices, dónde podamos encontrarnos iguales en posibilidades, pero diferentes en elecciones, opiniones y creencias.

Quiero continuar creyendo, haciendo resistencia frente a tanta desesperanza, con la convicción profunda de que el mundo si puede cambiar de a poquito, un día a la vez.
Un paso a la vez.