Sobre la tolerancia
En estos días la gente es tolerante. O eso dice. Y como cada vez es más sencillo pelear sin verle la cara a la gente, la tolerancia se convirtió en un ejercicio de ser políticamente correcto de frente, mientras tiras la piedra por detrás, generalmente en la impersonalidad de las redes sociales. Quienes me conocen bien, saben que la tolerancia no es mi palabra favorita. La detesto, porque tiene esa tibieza de quien no se compromete. Es meramente epidérmica, aséptica: como tolerar la lactosa, el tráfico, el reguetón. No me gusta porque la usamos con todo eso que no nos queda más que soportar, que consideramos inferior, malo, que ni siquiera debemos detenernos a observar. La tolerancia es, de por sí, un juicio. El tema es que se supone que debemos educar en la tolerancia. Debemos tolerar a quienes piensan distinto (están equivocados, pero cada uno tiene derecho a su opinión, no?) a quienes creen distinto (pobrecitos, no han encontrado la inserte aquí su religión-ideología-creencia mient...