Sobre las máscaras
Hoy me he puesto a pensar en las máscaras. En esas que usamos todos los días. En las que nos ponemos sin pensarlo mucho: la del trabajo, la de la familia, la de los amigos, la de conquistar. En la máscara auténtica, que se supone no tenemos porque somos transparentes. En la que usamos cuando conocemos a los suegros.
Entre esos pensamientos de hoy se me cuela uno que lleva rondando hace mucho tiempo, y es el de las máscaras que nos ponemos pero pesan tanto, porque nos quedan muy grandes o muy pequeñas. Porque no son nuestras. O porque ya hemos crecido lo suficiente para seguirlas usando. Y sobre todo en las que, por fin, dejamos que se rompan y nos dejan ver un pedacito de esa verdad, nos dejan respirar y sentirnos tan a gusto con eso que somos, con nuestras manías y nuestras peculiaridades. ¿Para qué necesitamos construir tanto blindaje entre nosotros y los otros? ¿Entre nosotros y el espejo? ¿Será que cuando podemos ver eso que tanto escondemos, nos asusta su verdad, su claridad, su posibilidad?
Cuando pienso en mis propias máscaras - muchas que he colgado con el tiempo, otras que ya se han roto- he descubierto que la manera en que estas se han tejido tiene que ver (y mucho) con la idea de lo bueno y lo malo. De como ser "normal" y ser "única" al mismo tiempo. De mi idea de encajar, de sentirme parte de algo. O de destacar. Y entonces aparecen todas esas cosas que soy yo, y que me asusta mostrar por miedo a lo que los otros entiendan, sientan o piensen de mi. Como si decir groserías mientras juego X-Box me hiciera mala persona. O quedarme el domingo en pijama todo el día me hiciera menos competente.
Entre esas caídas de máscaras, cambios, roturas y todo lo demás que pasa con esos tejidos tan sensibles frente a verdades tan profundas, hay una en especial que me pesa mucho, y que la verdad considero que ya no la necesito - quizá aparezca luego otra para reemplazarla, o alguna cosa así- Pero por ahora, básicamente el hecho de que me gusten las mujeres no requiere más vueltas al ruedo, ni medias tintas, ni nada. Luego de hacer todo un proceso largo frente al espejo, con la almohada, con la gente que amo, mi familia, mis amigos del alma; quiero mantener al mínimo el número de disfraces, máscaras, y demás aditamentos que sirven para esconder y distraer. Y quiero hacer un ejercicio de honestidad con quienes se toman el tiempo de leer esto que escribo, que me tienen cariño y que comparten conmigo estas sesiones de exorcismo e intercambio de opiniones. Quizá funcione para que quienes lean esto piensen en sus propias máscaras, o en las de los demás, en como a veces se nos va la lengua antes que el cerebro y terminamos hiriendo a quienes nos importan, porque asumimos que para todos es igual de fácil mostrarse tal cual como son, sin percibir el esfuerzo que algunos hacen para encajar en la normalidad. O no sirva para nada, quede aquí y ya. Pero a mí me aligera el corazón.
Y sé, lo he descubierto por experiencia, que al final el amor es más fuerte que todo prejuicio o máscara de porcelana.
¡Que vivan las máscaras! Las de carnaval, las de actuar, las antigases, las de fiesta... Todas mientras no ahoguen nuestras ganas de ser felices, de estar en paz, de vivir. Y mientras podamos vernos al espejo sabiendo quién realmente se esconde detrás de la máscara, con todo el amor y la verdad que requiere la difícil tarea de mirarnos a los ojos.
*Si, yo sé que es algo difícil de asumir, así de sopetón pero soy buenísima jugando Assassin's Creed y ya he pasado cuatro Call of Duty. Quizá juego X-Box más de lo que debería.
Y a veces me pregunto por qué te conocí "tan tarde" pero en el fondo se que aparecemos en las vidas de los otros en el momento adecuado y realmebte me alegra haberte visto!
ResponderEliminarBonita!! gracias por estar ahí, por leer, por compartir. Y a pesar de que no nos conocimos antes, agradezco que hayas aparecido ahora y no después. Un abrazo.
EliminarA veces ponerse el antifaz para ser sincero con lo que se dice y callar con la mirada. Y tu alma hermosa como siempre, te quiero
ResponderEliminarMani, tu eres de los seres que mejor me conoce detrás de los antifaces, y con quien no tengo que hablar para decir la verdad. Te amo, gracias por estar ahí siempre, de manera incondicional.
Eliminar