Sobre lo que deseamos (y cuando se nos concede)

Hoy estaba pensando en qué pasa cuando aquello que anhelamos se hace realidad: por fin renunciamos al trabajo que nos consumía, por fin tenemos una relación después de tanto tiempo, por fin vivimos en un lugar que nos gusta... y es ahí dónde nos damos cuenta que eso que queríamos no era tan perfecto. Aparece la angustia, las preguntas, el miedo a mandarlo todo a la chingada (perdón el mexicanismo, siempre quise poner eso en algún lado) por algún error idiota.

Pues si somos idiotas. Nos encanta sabotearnos porque así nos mantenemos con las excusas, y no será tan terrible cuando eso que soñamos se convierta en una pesadilla. Nos asusta que todo se dé tan perfecto, porque sentimos que no merecemos algo tan bueno y esperamos con afán premonitorio que todo se arruine. Y se nos olvida que sí, no merecemos nada. Pero la vida no se trata de merecer. La vida está ahí, estamos en la vida y cada momento que pasa no se volverá a repetir jamás. No, aunque lo parezca, no es una frase de Cohelo. O de pronto si, es de esas cosas obvias en la vida que todos pasamos por alto y seguiremos pasando por alto, porque estamos absortos en la cotidianidad interminable y nos tomamos demasiado en serio la vida.

Es difícil aprender a estar.

Pero vale la pena. Nuevamente otra frase cliché de lo obvio: el ahora es lo único que tenemos.  


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