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Sobre las islas

Hay una isla en medio de la nada. Tiene muchos puertos, y recibe a quien llega Pero sabe que nadie se queda para siempre. En la arena quedan huellas de quienes han pasado por allí, y algunas casas se instalan en sus costas. Pero pocos conocen lo que ocultan sus selvas, y son menos quienes deciden hacerse un lugar. Hay un puerto, donde está atracado un bote Y su tripulación aún no decide que hacer. En ocasiones desaparece, y mi corazón se confunde. Pero cuando está presente, mi corazón quiere que se quede para siempre.

Sobre lo que deseamos (y cuando se nos concede)

Hoy estaba pensando en qué pasa cuando aquello que anhelamos se hace realidad: por fin renunciamos al trabajo que nos consumía, por fin tenemos una relación después de tanto tiempo, por fin vivimos en un lugar que nos gusta... y es ahí dónde nos damos cuenta que eso que queríamos no era tan perfecto. Aparece la angustia, las preguntas, el miedo a mandarlo todo a la chingada (perdón el mexicanismo, siempre quise poner eso en algún lado) por algún error idiota. Pues si somos idiotas. Nos encanta sabotearnos porque así nos mantenemos con las excusas, y no será tan terrible cuando eso que soñamos se convierta en una pesadilla. Nos asusta que todo se dé tan perfecto, porque sentimos que no merecemos algo tan bueno y esperamos con afán premonitorio que todo se arruine. Y se nos olvida que sí, no merecemos nada. Pero la vida no se trata de merecer. La vida está ahí, estamos en la vida y cada momento que pasa no se volverá a repetir jamás. No, aunque lo parezca, no es una frase de Cohelo. O ...

Sobre las cosas (muchas cosas)

Desde hace un tiempo pienso mucho y me distraigo fácil. Quizá porque estoy cansada, me cuesta trabajo mantener el hilo de un pensamiento lo suficiente. O es sólo una excusa para decir que tengo muchas ganas de escribir aquí hace rato, pero no sobre nada en particular. Sobre la vida que nos pasa y nos sobrepasa con ese afán de cumplir con todos y con todo, engañándonos con la idea de lo urgente para posponer lo importante. Sobre subirse a un bus o un transmilenio (para quienes no viven en Bogotá: es este invento diabólico que nació como la solución a todos los problemas de movilidad y que refleja perfectamente la visión de "hace lo mismo pero más barato"), ejercicio indigno por dónde los allá, que nos obliga a encontrarnos con los otros en su peor estado, a embutirnos como carne de matadero, a arriesgar nuestra vida y nuestra salud en buses viejos con conductores que en ocasiones no tienen reparo en ir a toda velocidad, y que generan más humo del que podemos respirar diariam...

Sobre ser mujer II

A veces me da rabia ser mujer. Que si los hombres no me validan, no existo. Que si un hombre no me defiende, no puedo salir sola. Que si manejo, manejo mal, porque "mujer al volante, peligro ambulante". Que si expreso mi opinión o discuto, estoy buscando sexo, atención o estoy en mis días. Que quien me tiene que hacer respetar es un hombre, que no puedo expresarme de ciertas maneras o sentarme de ciertas maneras porque eso no es de mujeres decentes. Que me tengo que vestir de forma tal que sea a la vez femenina, sexi y recatada. Que mis compañeros de trabajo tienen que respetarme porque soy mujer, por encima de mis capacidades o de mi simple condición humana. Que soy lo mas bello y delicado de la creación, y que necesito ser defendida y rescatada, porque soy bastante (inútil) delicada para hacerlo por mi misma. A veces se me olvida que soy mujer. Y se me olvida porque he tratado de habitar espacios dónde soy vista en función de qué puedo hacer. Porque mi papá me pedía ayuda...

Sobre la ternura

"La verdadera intrepidez es producto de la ternura. Proviene de dejar que el mundo ligeramente roce nuestro corazón (...) Estamos dispuestos a abrirnos, sin resistencia ni timidez, para enfrentar el mundo. Estamos dispuestos a compartir nuestro corazón con los demás" Chögyam Trungpa El término ternura se suele asociar a la fragilidad, a todo aquello que requiere nuestro cuidado y protección.  En mis últimas experiencias con la vida, he descubierto la ternura en cada gesto que nos devuelve a nuestra condición de humanos, que nos hermana en el cansancio, la desesperanza y el dolor y cuya naturaleza se hace transparente para aquellos que tienen el corazón presente. La ternura se ve como un rasgo de debilidad, y quienes se reconocen tiernos, también se suponen cobardes. Pero sin la ternura no encontraríamos la fuerza para defender a los que queremos o nos quieren, la paciencia para entender sus errores, su mal humor, sus fallas. Gracias a la ternura encontramos la bellez...

Sobre la tolerancia

En estos días la gente es tolerante. O eso dice. Y como cada vez es más sencillo pelear sin verle la cara a la gente, la tolerancia se convirtió en un ejercicio de ser políticamente correcto de frente, mientras tiras la piedra por detrás, generalmente en la impersonalidad de las redes sociales. Quienes me conocen bien, saben que la tolerancia no es mi palabra favorita. La detesto, porque tiene esa tibieza de quien no se compromete. Es meramente epidérmica, aséptica: como tolerar la lactosa, el tráfico, el reguetón. No me gusta porque la usamos con todo eso que no nos queda más que soportar, que consideramos inferior, malo, que ni siquiera debemos detenernos a observar. La tolerancia es, de por sí, un juicio. El tema es que se supone que debemos educar en la tolerancia. Debemos tolerar a quienes piensan distinto (están equivocados, pero cada uno tiene derecho a su opinión, no?) a quienes creen distinto (pobrecitos, no han encontrado la inserte aquí su religión-ideología-creencia mient...

Sobre ser mujer

Cuando era una niña recuerdo que un día de la mujer eligieron a las mujeres más destacadas del salón. Me escogieron a mi entre ellas, lo cuál me sorprendió mucho porque no me sentía una mujer. No me malentiendan: no me sentía un hombre tampoco, sólo que para mí las mujeres usaban tacones, falda, jugaban con muñecas o al papá y a la mamá, se peinaban entre ellas y cosas así. Yo sólo me peinaba para que el pelo no se me cayera sobre la cara, usaba la falda del colegio porque era el uniforme y prefería jugar al fútbol o al baloncesto antes que a otra cosa. La verdad ser mujer era muy aburrido: barrer, trapear, cocinar, cuidar a los niños... Me la pasé gran parte de mi infancia escuchando: no juegues a eso, pareces un niño. Las niñas no hacen eso. Marimacho. Aprende a hacer oficio. A lavar. A medida que crecía, ser mujer se volvió un ejercicio de responder preguntas: ya te maquillas? ya tienes novio? Por qué la falda tan larga? por qué tan corta? Por qué no te peinas distinto? También ...