Sobre la tristeza
"Y mi tristeza y yo nos amábamos y amábamos el mundo que nos rodeaba. Pues mi Tristeza era de corazón bondadoso, y el mío también era amable cuando estaba lleno de Tristeza."
Khalil Gibrán, El Loco.
Hoy estoy triste.
Y no sé porque, la verdad, pero así como a veces estoy feliz sin motivo aparente, también la tristeza llega sin aviso, y se queda un rato conmigo.
Me gusta la tristeza en dosis pequeñas. Es una cosa como dulce y amarga a la vez. Yo me imagino la mía como un animalito peludo y pequeñito, que hace nido en mi pecho y se queda a dormir. A veces duerme una siesta. O hiberna en lo que parece ser un largo invierno. La imagino un poco como la describe Gibrán: como una entidad con vida propia que va y viene a su antojo, que me recuerda la fragilidad, la soledad, la belleza y la distancia. Me recuerda que necesito compañía, que necesito abrazos, que necesito música y atardeceres. Me recuerda a la gente que tengo lejos, a la que ya no volverá, a la que a veces encuentro en la calle.
La tristeza me devuelve a lugares que creía perdidos. Me detiene en seco a mirar cosas que por lo general dejo pasar. Me hace caminar más lento.
Casi no lloro cuando estoy triste. Las lágrimas suben y se quedan en la garganta, pero se convierten en otras cosas. Hoy se convirtieron en palabras. A veces se convierten en música o en dibujos que guardo por ahí. Cuando están osadas se convierten en poesía, pero son tan pocas las ocasiones en que esto pasa, que por ahora el mundo está a salvo de un exceso de cursilería.
Por lo general mi tristeza llega en los momentos en los que me doy cuenta de cosas que están pasando, o que van a pasar. A veces esconde detrás suyo decepciones, o nostalgias, o cansancio. Es a la vez preparación y mensaje.
Mi tristeza está jovencita y todavía no sé que quiere decirme. Pero se quedará el tiempo que sea necesario, y está bien, pues ya hemos aprendido a convivir sin molestarnos: cuando entendí que se vale estar triste y que esta bien, la invité a quedarse cuánto quiera; y ella, como una invitada cordial, se va pronto antes de volverse un estorbo.
Hoy también la abrazo. A veces ese simple gesto hace que se vaya más pronto.
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